domingo, 4 de agosto de 2013

TEMA 1: La literatura española en el siglo XVIII a través de la prosa didáctica y el teatro.

La literatura del siglo XVIII en España se resuelve como una pugna entre la tradición barroca procedente del siglo anterior, y que nada importante va a producir desde la desaparición de Calderón de la Barca en, y el Neoclasicismo, que es el movimiento característico de este siglo en España.
            El neoclasicismo es un movimiento artístico y literario, surgido en Francia en el siglo XVII, caracterizado por una concepción útil, educativa de la literatura, lo que hace de esta un instrumento del movimiento cultural llamado Ilustración. Esta literatura redunde en la formación del lector y presente una factura perfecta, a imagen y semejanza de unos modelos clásicos que crean las llamadas Poéticas, a imitación de la compuesta por Aristóteles, en el caso español será la de Ignacio de Luzán.
Los rasgos del neoclasicismo son aquellos que definen el buen gusto, contrario a todo tipo de exceso, que se fijan en la naturaleza y por tanto persiguen la verdad, además de la mesura, el equilibrio, la claridad y demás valores del clasicismo que ya defendió la estética del renacimiento.

La prosa ilustrada.- La prosa didáctica en el siglo XVIII está vinculada básicamente a la Ilustración.Movimiento cultural de carácter racionalista que supone un intento de introducir los nuevos aires culturales europeos con el propósito de hacer cambiar las estructuras mentales de la sociedad española por medio del fomento de las ciencias, la educación, etc.
La literatura, en sus distintos géneros, se subordina en general al proyecto ilustrado a través del Neoclasicismo. De ahí que el teatro reciba una atención especial como transmisor de ideas. No obstante, el género que más se presta al desarrollo de la Ilustración será la prosa didáctica, a través sobre todo de memorias o informes. Otro subgénero didáctico creciente en este tiempo será el ensayo, libre exposición, a veces en forma epistolar, convenientemente argumentada, de ideas y opiniones del autor, sin requerimiento de prueba que demuestre su veracidad científica.

Sus autores más representativos son:

Padre Benito Feijoo es autor de una prolífica obra de divulgación científica desarrollada a través de dos series de libros tituladas Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas, en los que recopila un extenso conjunto de trabajos sobre muy diversas materias, tratadas con espíritu crítico, método científico e intención didáctica.

Ignacio de Luzán mencionado anteriormente.

José Cadalso conocido también como poeta neoclasicista y autor de alguna tragedia, lo mejor de su obra es la ensayística. Los eruditos a la violeta una sátira y Las cartas persas ensayo en forma de cartas.

Gaspar Melchor de Jovellanos es sin duda la más representativa e importante figura de la Ilustración española. Prolífico escritor ilustrado, representa además al prototipo del prócer de la época.
Cultivó todos los géneros literarios, pero solo en el de la prosa didáctica destacó. Se suele considerar su obra maestra el Informe sobre la ley agraria, que produjo una gran influencia en la política económica del siglo XIX. Más interés tiene su Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas, en el que aborda el problema del teatro en su tiempo y otros espectáculos como los toros, que critica severamente.

Teatro neoclasicista.- El panorama general del teatro español en el siglo XVIII está dominado por una intensa polémica entablada entre los partidarios de la pervivencia de la comedia barroca que daba gusto a las masas populares, y los ilustrados, que pretendían hacer del teatro un vehículo para la educación de la sociedad.
            La comedia nacional, creada por Lope de Vega a finales del siglo XVI, constituye el núcleo del teatro barroco, el considerado clásico español, hasta 1680, y persiste a lo largo de todo el XVIII en formas degradadas como las comedias de ruido; las comedias de magia, las comedias de santos, etc.
En contra, los ilustrados tratan de sacar adelante un teatro educativo que siga las pautas marcadas por neoclasicismo conforme las establece la Poética aristotélica, en Francia, e Ignacio de Luzán en España. Este teatro se ajusta a la clasicista regla de las tres unidades (de lugar, de tiempo y de acción). Distingue la tragedia de la comedia. La tragedia neoclasicista se caracteriza por su temática grave, su final nefasto, sus personajes de elevada condición social y moral, su cuidado lenguaje y su métrica uniforme de arte mayor. Pero no consiguió calar en el gusto del pueblo y tampoco produjo alguna obra importante. Entre estas podríamos citar La Hormesinda  de Nicolás Fernández de Moratín, pero la más notable sería Raquel, de García de la Huerta, que se salta en buena medida la normativa academicista de la tragedia para ofrecer un drama entre neoclasicista y barroco sobre un hecho histórico medieval.
Mayor interés tiene la comedia neoclasicista o moratiniana, llamada así por ser Leandro Fernández de Moratín su creador, respetuosa con la convención de las tres unidades, pretende un fin didáctico al poner en ridículo los vicios y errores comunes de la sociedad y recomendar la verdad y la virtud. Personajes comunes, practica la mímesis, o imitación de la realidad y se sirve de un lenguaje natural, ya sea en prosa o en verso. Pero lo verdaderamente importante es que va a dar con la fórmula de la comedia contemporánea que va a seguir vigente durante los dos siglos siguientes, Moratín será su mayor representante con El sí de las niñas
Recordemos también la presencia del sainete, de gusto popular, heredero del entremés barroco, cuyo mayor representante será Ramón de la Cruz, con El Manolo.

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